miércoles, 11 de febrero de 2009

Eluana

Con esta entrada no pretendo hacer una crónica sobre todo lo que se ha dicho sobre Eluana Englaro, joven italiana que ha sufrido un estado vegetativo durante 17 años, y tampoco pretendo hacer una especie de ensayo sobre la eutanasia en general, que me parece un tema muy complicado y general como para hablarlo en unas pocas líneas. Sólo quiero contar qué me parece lo que se ha dicho desde la posición contraria a la de la misma Eluana.

Para empezar, habría que distinguir claramente quiénes han sido los que más han puesto el grito en el cielo en este caso, y no son otros que el espectro más derechista de la política italiana y, como no podía ser de otra manera, el Vaticano y otros clérigos varios, demasiado aferrados a lo que ellos creen que es la vida. Éstos últimos, en mi más sincera opinión, no tienen ni idea de lo que significa "catolicismo" para la gente de a pie en el mundo, para la gente que hace grande la religión que proclaman, la gente que vive y trabaja con ella presente. Esa gente no gana dinero con sus creencias, ni tampoco pueden hablar en ningún momento en su nombre, pero no dudan en cumplir en lo que pueden la palabra de Dios, muchas veces sin tener la certeza de que ello tenga sentido.

Teniendo en cuenta esta diferencia entre superiores e inferiores, es normal que haya habido declaraciones tan lejanas al pensamiento racional. Y es que yo no hago más que preguntarme una cosa: ellos, que tanto defienden la vida que Dios nos da y Dios nos quita ¿por qué defienden que la tecnología fruste de arriba a abajo el deseo de Él mismo para que muramos? Han alargado nada más y nada menos que 17 años (¡una vida!) la agonía de una joven que previamente había dejado escrito que en caso de quedar en estado vegetativo, la desconectaran si dependiera de ayuda externa. No hay manera de comprender a esos hombres sin escrúpulos que han querido cambiar la legislación para que la gente que de por sí los soporta, sufra por su culpa incluso los últimos días de su vida.

Ya está bien de afectar a las personas como si fueran simples marionetas. Ya está bien de decidir si una persona debe o no debe morir, sin tener en cuenta su voluntad. No se puede mandar sobre las personas cuando no se tiene claro que tú eres una de ellas y que a ti también te puede pasar. Se dice que algún día todo vuelve a su lugar, que el tiempo pone a todo el mundo en su sitio. Esperemos que los que predican esa palabra sean los menos exentos de cumplirla.

1 comentario:

Jon dijo...

Es curioso que los mayores defensores de la caridad, de la piedad y del amor sean capaces de tener estas actitudes tan retrógradas y asquerosas. ¿Acaso Jesucristo escribió contra la eutanasia?