viernes, 12 de septiembre de 2008

Consulta

En cuanto a la decisión tomada ayer por el Tribunal Constitucional, ojalá tenga resultado la propuesta de Ibarretxe de recurrir en Estrasburgo y se haga por fin justicia de verdad, justicia de la que permite al que quiere opinar, que opine. Se ha dicho mil veces que la consulta no sería vinculante si finalmente se llevara a cabo. Entonces, ¿por qué no? ¿Por qué? Ni siquiera he oído a uno de esos brillantes tertulianos que defienden su erróneamente llamada democracia explicar por qué no es viable una consulta de esas características. Desde la ignorancia de alguien que no conoce todos los pormenores de la legislación española, resulta muy difícil encontrar respuesta a una pregunta tan sencilla.
Es muy fácil descalificar al Lehendakari y decir cosas como las que he oído esta mañana en la Cadena Ser. Cosas como que es un disparate condenado a la derrota; que es algo sin finalidad real que sólo ha servido para tener al Tribunal más atareado, habiendo cosas más importantes que juzgar; que Ibarretxe está perdiendo el tiempo y la credibilidad por cosas como esta... Bien, señores, pues si tan seguros están de que es contraproducente y que no serviría para nada, ¿qué les cuesta demostrarlo llevándolo a cabo y restregándonos a los que sí creemos en la consulta ese resultado tan desastroso que auguran? Si de verdad Ibarretxe estuviera equivocado y el tiro le saliera por la culata sería una oportunidad de oro para decirle "el pueblo no quiere lo que tú crees". Pero no, ese no es el tema, el tema es que algo menos de 2 millones de personas (haciendo un cálculo aproximado, espero no meter la pata) no puede opinar porque la constitución lo dice. Pues muy bien, si seguimos así tendrán que cambiar la definición de "democracia" del diccionario de la RAE.

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